Creí escuchar algo moviéndose por el suelo, pero no lograba identificarlo. ¿Un ratón? ¿Un papel agitado por una corriente de aire? Me erguí para comprobarlo y prendí la tenue luz de la lámpara. Entonces vi a la serpiente y sus ojos filosos y negros como el odio.
Categoría: Literatura
Quizá debamos retomar, hoy más que nunca, libros como La muerte de Iván Ilich, que nos recuerdan lo que parecemos olvidar o, mejor dicho, lo que nos esforzamos por olvidar: el hecho de que somos finitos.
Son muchos los motivos para emprender la lectura de La señora Dalloway, pero considero que el principal, a día de hoy, es que es una novela que nos fuerza a relajarnos, a leer cada página con sosiego, degustando cada palabra, oración y descripción
Orgullo y prejuicio es una rara avis dentro de las novelas románticas porque nos muestra un amor no romántico, despojado de la pompa habitual.
Los cuentos de Cortázar nos devuelven a la infancia, aquella época feliz de nuestra vida en la que todo irradiaba la frescura y el terror de la novedad.
Dios es conocedor de todas las lenguas del hombre.
¿Por qué anunciarse a través del hebreo? Bien podría haberlo hecho en alemán, japonés o guaraní. ¿Qué tiene de particular la lengua judía para ser la sagrada?
En ocasiones el universo nos depara felicidades inesperadas. A mí me ha regalado una en forma de una historia acerca de un rey y un mono. Quisiera compartirla con los lectores.
Hemos cometido en los últimos tiempos en un grave error. A falta de un nombre mejor y más eficiente de cara al marketing, me gustaría referirme a él como la «falacia de la novedad».
Quizá cuando estaba postrado en la cama, enfermo, Borges sintió que la literatura era, en esencia, un acto inútil; quizá sintió que sería mejor dejar de escribir, que era temerario e imprudente añadir una página más a la ya demasiado amplia tradición.